Los entendidos cuentan que hay más de 400 lugares típicos para tapear en Madrid. Una ruta de tapas puede ser el plan perfecto para el fin de semana en la capital. A partir de una experiencia en primera persona, te sugerimos unos cuantos barrios y zonas en los que podrás disfrutar de una de las tradiciones más arraigadas de nuestra cultura, en la mejor compañía.
Ponzano es una de esas calles de toda la vida en la que unas cañas saben de otra forma y, al mismo tiempo, de la forma de siempre. La ensaladilla, las olivas, un vermut seco o las típicas patatas fritas nos esperan allí. Un sábado cualquiera, paramos por esta conocida calle. Al llegar, pronto para la costumbre de la zona, nos encontramos con un chico con apariencia amable que pasea a su perro mientras fuma un pitillo. Nos dirigimos a él:
- Disculpa, pero andamos un poco perdidos. ¿Cuáles son los mejores sitios para tomar una caña?
- ¡Uy! -Sonríe- realmente todos, pero os digo algunos. ¿Tenéis mucho tiempo?
- Un rato. Luego hemos quedado en otro sitio.
- Pues tenéis que empezar por La Ardosa, allí, en el número 70 [de Santa Engracia]. Es mogollón de viejo [desde 1892, según supimos luego] pero tiene unas bravas increíbles. Luego, aunque solo sea por el nombre, hay que ir a Ponzano, el bar que se llama igual que la calle, ese rojo que se ve allí [el número 12] y ya, antes de iros, id a El Doble, que tiene unos boquerones en vinagre que no se olvidan.
Seguimos las instrucciones del chico y quedamos encantados. Luego, pasamos a una zona mucho menos conocida, pero que merece la pena visitar. Se trata de un lugar de toda la vida, Riaño, que toma el nombre de uno de sus locales, en la calle Cea Bermúdez, 49.
Los fines de semana, Riaño se llena, sobre todo, de estudiantes universitarios. Los boquerones en vinagre son inigualables en algunos de los bares de esta zona. Hemos quedado aquí con una amiga.
- Hola chicos, ¿cómo va eso?
- Te diremos la verdad. Venimos de Ponzano y ya hemos comido casi, pero solo por verte…
- De eso nada. Hay que seguir tomando tapitas. Yo vengo aquí a recordar cuando era estudiante y escaseaba la paga, así que ahora, hasta donde se pueda, hay que aprovechar.
Nuestra amiga pide unas raciones estupendas y unos chatitos de vino tinto de los de toda la vida que nos dejan en perfecto estado de salud y de amistad, que es de lo que se trata. No podíamos más y aún había que ir a comer por Madrid, así que pronto cambiamos de área. Aun así, os recomendamos que paseéis por Andrés Mellado, Joaquín María López y Gaztambide en busca de vuestras tapas favoritas.
Sí, sí, hemos dicho comer. Nos desplazamos a la calle Corazón de María, repleta de locales, todos con terraza. Lo que más nos gusta de allí son los vinos blancos y las enormes tostas que se parten en pequeñas porciones; las mejores, de atún y pimientos.
No olvidamos otros lugares a los que en esta ocasión no hemos podido ir, pero que otro día estarán en el punto de mira. Entre ellos se encuentran La Cava Baja, con sus lugares de antaño, los chatos de vino, la chica de Casa Paco, los champiñones del Mesón de Luis Candelas, la tortilla de patatas, los calamares, los torreznos y tantas posibilidades que nos dejarán con ganas de regresar, de investigar nuevos pagos, de disfrutar en compañía de todos, de seguir viviendo de día una ciudad eterna, como sus tapas.
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