Ajena al ritmo al que avanza la ciudad,
la Plaza de España en Madrid parece regirse por sus propias leyes y principios.
Fuertemente impulsada y revitalizada durante el franquismo, el cambio de siglo
no pareció sentarle bien a esta céntrica explanada que precisamente ahora ansía
un nuevo intento para volver a situarse entre los principales atractivos
turísticos de la ciudad.
Su situación es excepcional a todas
luces, ve como nadie como se dan la mano la Gran Vía y Princesa mientras que en
su otro extremo nos muestra el camino hacia el Palacio Real y el Templo de
Debod. Corazón simbólico del Madrid que se modernizó y tomó aire con la
creación de la Gran Vía, este espacio sigue contando con innumerables elementos
que lo hacen una parada ineludible en un itinerario madrileño.
Sus cerca de 37.000 metros cuadrados
hacen de ella la mayor plaza del país. Conocida antiguamente como la Plaza de
San Marcial, antaño su vida fue mucho más pausada y cercana, cuando estos
terrenos estaban ocupados por el Cuartel de San Gil y multitud de huertas. Sin
embargo, el imparable crecimiento de la urbe borró para siempre aquella quietud
y fue transformando este entorno en jaleo y movimiento.
Si por algo llama hoy la atención la
Plaza de España es por las dos espectaculares moles de hormigón que la amparan.
El primero en llegar fue el Edificio España, el “más bajo” de los dos, en 1953.
Sus 117 metros y 25 plantas le hicieron merecedor del sobrenombre de “El Taco”
ya que los madrileños, al verlo por primera vez solían soltar por su boca
alguna palabra malsonante asombrados por su gran tamaño. Cuando la gente de la
ciudad ya se había acostumbrado a esta imponente estructura apareció la Torre
de Madrid, más alta aún gracias a sus 142 metros. Su espectacularidad sigue
siendo indiscutible. Bautizado cariñosamente como ‘La jirafa’ fue en su momento
el edificio de hormigón más alto del mundo y hasta 1967 el más alto de Europa.
Casi nada.
Sucede a menudo que la gente pasea por
esta plaza y sólo tiene miradas para estos dos inmensos habitantes y no recae
en la existencia de dos de los edificios más bellos, para mi gusto, de Madrid.
Castigados y mirando al lado menos glamuroso de la plaza nos topamos con la
Casa Gallardo y con la que fuera sede de la Real Compañía Asturiana de Minas.
Ambos ocupan dos esquinas opuestas, alejados de las miradas más turísticas.
Especialmente bello es el primero de blanco impoluto y estilo modernista y
coronado por una cúpula oscura. De hecho, fue en 1914 galardonado por el
Ayuntamiento de la ciudad como el mejor inmueble construido.
Tan relevante como los edificios que
bordean esta plaza es el imponente monumento que lo corona en el centro. La
obra, homenaje a Cervantes, se realizó en 1915 para conmemorar el tercer
centenario de la publicación de su obra más célebre, El Quijote. De hecho, sus
dos personajes, Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza aparecen
inmortalizados junto a su creador. Esta obra, llena de simbología en relación a
nuestro autor más universal fue sufragada por todos los países de habla
hispana.
La Plaza de España tiende una mano a
nuestro pasado más glorioso en este monumento pero también abraza al Madrid más
cosmopolita. Para ello hay que sumergirse en el parking que habita debajo de ella
y descubrir un pasaje tan insólito como curioso. En él, multitud de comercios
regentados por ciudadanos chinos donde destaca la presencia de un pequeño y
humilde restaurante en el que es posible disfrutar de la mejor y más auténtica
comida china. Un pasadizo de película
que late bajo el asfalto.
Este recóndito lugar es una muestra más
de lo mucho que esconde esta céntrica plaza. Lugar de paso para miles de
personas pero que ofrece un buen puñado de atractivos y encantos en los que
vale la pena detenerse. Edificios, monumentos… la Plaza de España ha sido una
de las zonas de la ciudad que más caro ha sufrido la burbuja inmobiliaria que
asoló el país. Ella pagó los platos rotos y muchos de sus faraónicos proyectos
se quedaron paralizados. Ahora, tras una década sufriendo, vuelve a latir con
fuerza. Como siempre debía de haber sido.
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