La cocina catalana está marcada por la dieta mediterránea. Así, uno de los pilares de su gastronomía es el famoso pan tumaca - pan con aceite y tomate restregado -. También destaca por el uso de salsas como una constante en muchos de sus platos, entre las que podemos nombrar el alioli o el romesco, salsa hecha a base de un sofrito de ñora, tomate, frutos secos y pimentón. De hecho, es esta última el acompañamiento más habitual de unos de los platos catalanes de temporada más degustados, los calçots, una variedad de cebolla (la cebolla tardía de Lérida) que se cocina a la brasa. Tampoco hay que olvidar otras especialidades como los caracoles al horno; la escalivada, elaborada con distintos tipos de hortalizas; los canelones, especialmente consumidos en Navidad; o embutidos como la butifarra, el fuet o el espetec, variantes de la longaniza.