Las propiedades terapéuticas del agua son conocidas casi desde el principio de los tiempos y su efectividad hace que sigan en pleno auge, a través del spa, que puedes descubrir en diferentes
circuitos en Zaragoza. Las antiguas civilizaciones de China, Egipto, Persia o Japón la encumbraban como objeto de adoración. En Grecia los baños se integraban en los rituales para adorar al dios de la medicina,
Asclepio, e intelectuales como
Hipócrates recomendaban los tratamientos que combinaban agua fría y caliente para tratar el cansancio o patologías como el dolor de cabeza.
El esplendor de Roma
Con la llegada de este Imperio, este recurso natural cobró especial importancia. Se crearon los acueductos y otras instalaciones hidráulicas y se comenzó a invertir especialmente en baños públicos que servían como lugares de reunión, aseo y terapia. De hecho, no tienes ni que salir de Zaragoza para ser consciente de su importancia, puesto que la ciudad aún alberga restos de las termas de Caesaraugusta y un
museo dedicado íntegramente a ellas.
Terapia milenaria
En nuestros días cambiamos caldariums, frigidariums o laconicum, por ejemplo, por grandes tinas de agua caliente, fría y saunas y baños turcos. Básicamente, son lo mismo. Con distinto nombre, utilizan el recurso natural a diferentes temperaturas para activar el metabolismo, la circulación sanguínea y aliviar los dolores. Pero hoy hay más. Chorros a diferentes presiones, jacuzzis, duchas de sensaciones, aromaterapias y cromoterapias se suman para convertir un circuito en una experiencia que abarca a todos los sentidos. Se trata de una cura de bienestar, además de uno de los mejores
tratamientos de belleza que tenemos disponibles.